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LA MOCHILA DEL NATURALISTA |
ARTÍCULOS
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ALGUNOS DESCUBRIMIENTOS ZOOLÓGICOS RECIENTES
Dr. Fidel José Fernández y Fernández-Arroyo. PARTE II - sección a
Un anfibio tan extraño como la rana incubadora gástrica ( Rheobatrachus silus ), de Australia, que desarrolló adaptaciones excepcionales para que los renacua-jos pudieran desarrollarse dentro del estómago de la madre (que previamente tragaba sus propios huevos; las crías ya formadas salían después por su boca), no fue descubierto hasta 1972-73; y por cierto, hacia 1981 ya estaba al parecer extinguido, aunque en este corto tiempo se habían comenzado a obtener informaciones apasionantes (y con aplicaciones en medicina) sobre su increíble sistema de reproducción ( Astudillo et al., 1995, González , 2001; Márquez y Lizana , 1993; Petitjean , 2002; Tyler , 1991). En lo que se refiere a los anfibios, llama la atención el elevado número de especies que continúan descubriéndose, especialmente en zonas tropicales. Solamente en Bolivia e inmediaciones, se han descrito 28 especies nuevas para la ciencia en la última década del siglo XX, y se ha señalado la posibilidad de realizar nuevos descubrimientos (ver De la Riva , 1999 y 2001; De la Riva et al., 2000; Padial et al., 2000); y sólo en Sri Lanka, se han hallado recientemente varias docenas de especies nuevas de anfibios ( Petitjean , 2002). Félix Rodríguez de la Fuente hizo célebre la nueva rana que descubrieron en 1973; en un lugar tan virgen, aislado e inexpugnable como el cerro Autana, la Montaña Sagrada de los indios, en Venezuela.
Pero no es preciso ir tan lejos. Por ejemplo, una criatura tan espectacular como la salamandra gigante persa , que ya ha sido filmada para algún documental de televisión, fue registrada por primera vez hace poco más de veinte años, en Irán. Otras cinco especies nuevas de anfibios han sido descritas en la Península Ibérica durante el siglo XX, incluyendo una en el año 2000 (el sapillo moteado meridional [ Pelodytes ibericus ], aunque algunos rasgos como su voz diferente ya habían hecho sospechar a los investigadores casi cinco años antes) ( Barbadillo et al., 1999; Barrio , 1997; Pleguezuelos , 1997; Salvador y García París , 2001). Sin embargo, estos últimos descubrimientos, que a menudo son en realidad cambios taxonómicos (o al menos lo parecen), no resultan tan espectaculares como el del sapillo balear, y por otra parte no todos han estado exentos de cierta polémica (ver por ejemplo Barrio , 1997, 1999; AHE, 1998). Como señaló Miguel Delibes de Castro (2001) (pág. 173), refiriéndose a la Península Ibérica, en la mayoría de los casos los nuevos anfibios no son tan nuevos, sino viejos conocidos que estrenan nombre, pues previamente se consideraban incluidos en otra especie .
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