Versión
para imprimir PDF
[1,43MB]
LA MOCHILA DEL NATURALISTA |
ARTÍCULOS
E INFORMES |
ALGUNOS DESCUBRIMIENTOS ZOOLÓGICOS RECIENTES
Dr. Fidel José Fernández y Fernández-Arroyo. PARTE
II - sección c Por otra parte, un chotacabras americano, el añapero de Bahía ( Chordeiles vielliardi ), estuvo ignorado hasta que dos ejemplares fueron capturados en 1987, en Brasil, y hace muy poco que se ha conseguido encontrar un nido. Una especie asiática, el discutido chotacabras de Vaurie ( Caprimulgus centralasicus ), permanece mucho más misterioso aún, pues sólo se conoce por una hembra inmadura capturada en 1929 en la zona del terrible desierto chino de Taklimakán (cuyo nombre significa algo así como “ si vas, no volverás ”, o “ si entras, no saldrás ”), y no ha sido localizado de nuevo por ninguna de la expediciones recientes. De manera análoga, del chotacabras de Prigogine ( Caprimulgus prigoginei ) sólo se ha hallado hasta ahora una hembra (cogida en el Zaire, en 1955); mientras que otro enigmático chotacabras africano, el Caprimulgus solala , todavía no ha sido visto con vida (a pesar de los intentos realizados, y según las noticias que conocemos hasta la fecha), y únicamente se ha encontrado de él un cadáver (en Etiopía, en 1992), cuya ala no corresponde con la de ninguna otra especie (ver Del Hoyo et al., 1999; SEO, 1995, 1996). Y no hablemos ya de los invertebrados, que constantemente deparan múltiples sorpresas, desde nuevos pulpos hasta nuevos artrópodos. Solamente en la comarca aragonesa de Los Mone-gros, han sido descubiertas más de ciento veinte especies nuevas de insectos en los últimos 16 años ( Anguita , 2001; Cirera , 2001). A propósito de insectos, a comienzos del siglo XXI ha sido descubierto ¡un orden nuevo! (el primero desde 1915), llamado Mantophasmatodea , en Namibia; aunque la primera pista la dieron, muy pocos años antes, unos fósiles conservados en ámbar en el Báltico ( Varillas , 2002). Uno de los mayores invertebrados del mundo, el calamar gigante ( Architeuthis sp .), que durante siglos se consideró una leyenda –el “ Kraken ”-, ni siquiera ha sido visto aún con vida (al menos hasta hace unos meses; y exceptuando las referencias de algún ejemplar capturado aún vivo por pescadores, o varado en la playa), a pesar de los costosos intentos realizados –que prosiguen en la actualidad- para intentar filmarlo (incluso acoplando alguna cámara a los cachalotes, que lo comen). Por cierto, buscando al calamar gigante han aparecido otras sorpresas, como por ejemplo un tiburón de más de siete metros de largo que fue filmado a gran profundidad en el Pacífico.Un calamar diferente y menor (de “sólo” unos siete metros de longitud), totalmente desconocido hasta ahora, acaba de ser fotografiado a gran profundidad en lugares distantes (el Océano Atlántico Oriental, el Golfo de México, el Océano Pacífico y el Océano Índico); no ha sido capturado todavía, pero su aspecto es tan extraño que se cree podría corresponder a una familia nueva ( Quercus , 2002a). Más longitud aún que los grandes calamares podría tener una espectacular medusa gigante que fue señalada desde un sumergible en 1985, y que no ha sido catalogada aún ( Morant , 1999). Por otra parte, uno de los descubrimientos biológicos más extraordinarios de los últimos tiempos se refiere a las asombrosas comunidades de seres vivos de las surgencias submarinas, que no dependen de la energía solar, y que permanecieron totalmente ignoradas hasta 1976-77 ( Cartes , 2001; Laubier y Desbruyères , 1985). Albergan quizás “ las mayores concentraciones de invertebrados de la Tierra ” ( Lutz , 2000); y en ellas continúan descubriéndose nuevas especies, al ritmo increíble de una cada diez días según Timothy Shank ( Lutz , 2000). Algunos de tales seres, que viven en condiciones extremas, no se parecen a ningún organismo antes conocido. Incluso sin tener en cuenta estas surgencias, las nuevas expediciones realizadas al final del siglo XX han registrado una cantidad y variedad tan grandes de formas de vida antes desconocidas, en las profundidades marinas, que hacen pensar que el número de especies aún sin descubrir debe ser todavía mucho mayor del que se sospechaba ( Cuesta , 2000). En aguas menos profundas también acaban de aparecer hallazgos inesperados, como por ejemplo los corales de aguas frías en el norte de Europa ( Quercus , 2002b); o las nuevas especies de corales cerca de Madagascar, donde también se han descubierto nuevos vertebrados (peces) ( Quercus , 2002c). Téngase en cuenta, también, que muchos especialistas están de acuerdo en que el número de especies de seres vivos sin registrar debe ser superior, o muy superior, al de las catalogadas; de hecho, “ no sabemos ni siquiera el orden de magnitud ” del número de especies actuales ( Delibes , 2001). No es preciso llegar al fondo del mar para encontrar animales desconocidos. Incluso en la isla de Superagui, al sur de la ciudad de Sao Paulo (Brasil), “ una de las urbes más pobladas e industrializadas del mundo ”, fue descubierto, en la última década del siglo XX, un mono nuevo, el pequeño tití león de cara negra ( Leontopithecus caissara ) ( Nieves , 1993; Morant , 1999); mientras que, también en Brasil, un mamífero bastante mayor, el veado bororó ( Mazama bororo ) (una especie de corzuela, cérvidos un tanto parecidos a nuestro corzo) fue hallado en 1992 ( Juliá , 2002). Los mayores primates conocidos, los gorilas ( Gorilla sp. ), se consideraron como simples leyendas nativas (sobre “ el hombre salvaje de África ”) hasta bien entrado el siglo XIX; y la existencia de alguna de las razas, como el famoso gorila de montaña ( Gorilla beringei beringei , antes Gorilla gorilla beringei ) no fue confirmada hasta bastante más tarde. Jean Dorst y Pierre Dandelot escribieron, en 1973, que “ ningún otro animal africano ha dado origen a tantas leyendas y cuentos como el Gorila ”. El antropoide probablemente más parecido al hombre, el bonobo ( Pan paniscus ), pasó desapercibido hasta 1928 (cuando el alemán Ernest Schwarz, estudiando cráneos de chimpancés, vio que uno era diferente y lo consideró como una subespecie), y no fue clasificado como especie hasta 1933 (por Harold Coolidge) ( Mosterín , 1998). Por otra parte, sólo en los últimos veinte años se han catalogado no menos de siete especies de monos totalmente nuevas en Brasil (incluyendo titíes como el tití mermelada ( Callithrix saterei ), bien conocido por los indios locales ( Vega , 1997)), alguna en el continente africano (incluyendo la mona cola de Sol (Gabón) en 1984), y al menos once especies nuevas de lemures en Madagascar (el lémur dorado del bambú [ Hapalemur aureus ] en 1986, el sifaka de corona dorada o de Tattersall [ Propithecus tattersalli ] en 1989, y nada menos que nueve especies hacia el año 2000 –de los géneros Avahi , Microcebus y Cheirogaleus -; una de las cuales, el Microcebus berthae , es uno de los primates más pequeños del mundo) ( Morant , 1999). Del sifaka de corona dorada, Elwyn Simons destacó: “ Es increíble que nadie se haya percatado antes de su existencia, pues su cresta de color dorado puede distinguirse a medio kilómetro de distancia ” ( Morant , 1999). Además, son sociables y sobre todo diurnos, y en la estación seca frecuentan las copas de los árboles; Ignacio Jiménez dijo que “ incluso se les veía a dos kilómetros de distancia, con prismáticos ” ( Castro , 2001). En la actualidad, el sifaka de corona dorada ha sido objeto de intensas investigaciones (incluyendo las realizadas por varios científicos españoles), soberbias fotografías y amplios reportajes; ha sido portada de alguna revista de divulgación; e incluso ha motivado una canción popular y una “fiesta del sifaka”; además de un proyecto de convertir en parque nacional la región donde vive, que no tiene protección legal ( Castro , 2001). En otra isla, no lejos de Papúa Nueva Guinea, donde no hay primates, una gran especie nueva de marsupiales, conocida por los nativos como bondegezou u “hombre de los bosques” ( Dendrolagus mbaiso ), fue descubierta en 1994 ( González , 2001; Morant , 1999); mientras que un marsupial diferente, pequeño y carnívoro, fue encontrado en Papúa Nueva Guinea en 1999 (WWF, 2001). Otra nueva especie de marsupiales fue descubierta en Colombia; por otro lado, diferentes especies nuevas de roedores han sido registradas recientemente en Sudamérica, el sudeste asiático o cerca, y Madagascar ( Aguirre , 1996). También en España (y Portugal) se han registrado mamíferos nuevos. Por ejemplo, durante el siglo XX fueron descritas por primera vez seis especies de micromamíferos, incluyendo tres endemismos ibéricos y uno canario ( Castells y Mayo , 1993). Este último, la musaraña canaria ( Crocidura canariensis ), no fue clasificado hasta 1986; aunque ya unos años antes se habían encontrado ejemplares, que inicialmente se consideraron como una subespecie de musarañas comunes ( C. russula yebalensis ) (ver Blanco y González , 1992). También pasó desapercibido, durante mucho tiempo, un mamífero ibérico bastante mayor, la liebre de piornal ( Lepus castroviejoi ) (ver por ejemplo Duarte , 2000; Lucio , 1998; Rodríguez et al., 1997). Como señalaron Fernando Ballesteros y otros, “ aunque pueda resultar sorprendente, la especie no fue descrita para la ciencia hasta el año 1976 ” ( Ballesteros et al., 1996); si bien es cierto que, al menos inicialmente, la nueva especie suscitó cierta polémica (ver por ejemplo Blanco y González , 1992; ICONA, 1986). En cuanto a los mamíferos marinos, en agosto de 1983 fue registrado en Tenerife un delfín de Fraser o delfín chato ( Lagenodelphis hosei ); cetáceo que, aunque “ puede observarse en grupos de hasta 2.500 ejemplares ” en su área de distribución intertropical, no fue descrito hasta 1956 (ver Castells y Mayo , 1983; García-Perea y Gisbert , 1997). Por otra parte, en las costas españolas ha habido ya al menos unas cinco citas del poco conocido zifio de True o ballenato hocicudo de True ( Mesoplodon mirus ); “ballena picuda” que, a pesar de su tamaño (puede medir cinco o seis metros y pesar más de tres toneladas), no fue descrita hasta 1913 (ver Castells y Mayo , 1993; Anónimo, 2001).
|