LA MOCHILA DEL NATURALISTA
ARTÍCULOS E INFORMES

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ALGUNOS DESCUBRIMIENTOS ZOOLÓGICOS RECIENTES

Dr. Fidel José Fernández y Fernández-Arroyo.

PARTE IV - sección b

Cuadro de texto:    La lechuza de Tengmalm o mochuelo boreal (Aegolius funereus)  es una rapaz nocturna de los bosques del norte, cuya existencia en España (en el Pirineo) fue descubierta hace sólo unos treinta años. (Fotografía: Daniel Magnenat. Suiza. 28 de junio de 1983).       La presencia permanente de la alondra de Dupont (Chersophilus duponti) en Europa (en concreto, en bastantes zonas esteparias de España) pasó desapercibida hasta fechas bastante recientes. Este interesante pájaro, amante de áreas casi desérticas y conocido mucho antes en el norte de África, es bastante más fácil de oír que de ver. (Fotografía: Daniel Magnenat. Altos páramos junto al Refugio de Rapaces de Montejo. 20 de mayo de 1995. D. 3.165).    Como se indicó anteriormente (ver Argutorio 9, pp. 43-45), la existencia de los gorilas no fue confirmada hasta 1840, mientras que el célebre gorila de montaña fue descubierto el 17 de octubre de 1902 ( Casanova , 2002; Vega , 2002). Docenas de especies de primates fueron halladas posteriormente, desde el langur dorado en las estribaciones del Himalaya, en 1953, hasta dos vistosos monos titís ( Callicebus bernhardi y Callicebus stephennashi ) en el Amazonas brasileño, ya en el siglo XXI; el último de los cuales, por cierto, se conoce tan sólo por un ejemplar cautivo, del que no se sabe con exactitud su lugar de origen (Conservation International, 2002). Como afirma Russell Mittermeier, coordinador del Grupo de Especialistas en Primates de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), “ el hallazgo de dos nuevos titís demuestra cuánto necesitamos aprender aún sobre la biodiversidad de los amenazados bosques tropicales ”. De otros primates descubiertos en los últimos años, en distintos continentes, ya hablamos en el 2º capítulo.

Diferentes mamíferos de gran tamaño permanecieron ignorados hasta el siglo XX; varios de ellos fueron mencionados en los capítulos anteriores (ver Argutorio 8, pp. 28-29; y Argutorio 10, pp. 46-49); y se podrían añadir otros, como por ejemplo el niala montano o niala de montaña ( Tragelaphus buxtoni ), soberbio antílope de Etiopía, que pesa más de 200 kg y se conoce “ sólo desde 1908 ” ( Dorst y Dandelot , 1973). Por cierto, Etiopía no deja de proporcionar sorpresas zoológicas; y al parecer alberga varias especies de aves que todavía no han sido descritas para la ciencia, además de otras de cuya vida no se sabe casi nada ( Safford et al., 1994; Vivero , 2003). A propósito de sorpresas, merece la pena destacar que en una zona bien alejada, en la India, una exploración realizada en 2000 consiguió localizar, en cuatro localidades, un total de 25 mochuelos de Blewitt, que habían sido redescubiertos en 1997 después de más de cien años sin noticias seguras de la especie ( Stattersfield y Capper , 2000; ver Argutorio 10, pp. 46-49). Incluso en un área reducida como la isla de Santo Tomé, el alcaudón endémico Lanius newtoni no fue registrado durante más de sesenta años (entre 1928 y 1990, cuando se halló un ejemplar, aunque ha habido citas posteriores; Stattersfield y Capper , 2000). Puede indicarse también que, en Argentina, un gran pato de agua salada que casi no vuela, el extraño patovapor cabeciblanco ( Tachyeres leucocephalus ), no fue descrito hasta 1981, aunque es posible que antes fuera confundido con una especie próxima ( Del Hoyo et al., 1992); mientras que, en Brasil, un ave rapaz muy poco conocida, el milano acollarado ( Leptodon forbesi ), no fue identificado hasta 1922 ( Del Hoyo et al., 1994). En los últimos años han continuado apareciendo especies nuevas de órdenes muy distintos de vertebrados, desde los quirópteros -mamíferos voladores- (incluyendo nuevos murciélagos orejudos en Europa, el Plecotus kolombatovici y el Plecotus microdontus / alpinus ; e incluso un gran zorro volador , el Pteropus banakrisi , descrito hace muy poco tiempo en la isla de Moa, entre Australia y Nueva Guinea; Quetglas , 2002) hasta distintos tipos de peces (también en España; ver Doadrio , 2001; Torreorgaz , 2002). (La cuestión se complicaría aún más si incluyéramos las nuevas subespecies; hasta de aves rapaces se han separado muy recientemente algunas poblaciones como subespecies distintas, desde el alimoche de Canarias hasta el águila calzada del sur de África [ Palacios et al., 2002; Yosef et al., 2000] ).

Por otra parte, ha habido muchos hallazgos de especies en zonas donde su presencia no era conocida. Los casos podrían llenar varios volúmenes. Citaremos solamente uno: cuando está próxima la celebración, en Logroño, de la Conferencia Internacional sobre la Conservación del Visón Europeo ( Mustela lutreola ), prevista para noviembre de 2003 (del 5 al 8), bueno será recordar que la presencia de este carnívoro en España, donde se ha detectado un preocupante declive reciente (ver por ejemplo Palazón et al., 2003), no fue descubierta hasta 1950-51 ( Ferreras et al., 1999; Palazón y Ceña , 2002).

Podríamos seguir poniendo muchos otros ejemplos, que nos obligan a ser humildes y admitir nuestras limitaciones, y la inmensa cantidad de cosas que aún ignoramos sobre la vida salvaje en nuestro planeta; que es, como dijo Carlos González Vallecillo (2001), “ mucho más rica y diversa de lo que podemos imaginar .