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                ALGUNOS
                      DESCUBRIMIENTOS ZOOLÓGICOS
                      RECIENTES 
                 
 
                Dr. Fidel José Fernández
                      y Fernández-Arroyo. 
                PARTE
                IV - sección a 
                 Los
                  hallazgos nuevos parecen no tener fin, incluso los relativos
                  a animales de tamaño considerable. Por ejemplo, en noviembre
                  de 2001, cerca de las costas de Kenia, fue capturado y fotografiado
                  un gran celacanto ( Arias , 2002a; Bayo ,
                  2002). Según las noticias que hemos recibido hasta el
                  momento, no se sabe aún si se trata de un ejemplar divagante
                  de la población de las Comoras, o si pertenece a una
                  población nueva de este extraño y enigmático
                  pez primitivo (ver Argutorio 8, pp. 28-29). También
                  en el año 2001, fue descubierto un gran lagarto (un varano )
                  de un metro de longitud, el Varanus mabitang , en
                  la isla de Panay (Filipinas) ( Vesilind , 2002).
Los
                  hallazgos nuevos parecen no tener fin, incluso los relativos
                  a animales de tamaño considerable. Por ejemplo, en noviembre
                  de 2001, cerca de las costas de Kenia, fue capturado y fotografiado
                  un gran celacanto ( Arias , 2002a; Bayo ,
                  2002). Según las noticias que hemos recibido hasta el
                  momento, no se sabe aún si se trata de un ejemplar divagante
                  de la población de las Comoras, o si pertenece a una
                  población nueva de este extraño y enigmático
                  pez primitivo (ver Argutorio 8, pp. 28-29). También
                  en el año 2001, fue descubierto un gran lagarto (un varano )
                  de un metro de longitud, el Varanus mabitang , en
                  la isla de Panay (Filipinas) ( Vesilind , 2002). 
                Recuérdese que el varano del Yemen ( Varanus yemenensis )
                  fue hallado, de forma bien peculiar, en 1985-86 (ver Argutorio 8,
                  pp. 28-29). Pocos años antes, en 1979, fue descubierto
                  otro saurio de buen tamaño, la iguana crestada
                  de Fidji , en este archipiélago del Pacífico
                  ( Parfit , 2003). También en España se han registrado
                  saurios nuevos en los últimos años (ver Argutorio 9,
                  pp. 43-45). Por cierto, a propósito del lagarto gigante
                  de El Hierro, conviene hacer notar que diversos autores han
                  considerado recientemente que los ejemplares que poblaban el
                  Roque Chico de Salmor, a principios del siglo XX, eran indistinguibles
                  de los demás, “ desde el punto de vista genético
                  y morfológico ” ( Mateo et al., 2001). Cerca, en
                  el norte de África, pasaron desapercibidos hasta el
                  siglo XX otros reptiles, como la culebrilla ciega de
                  Tánger  ( Blanus tingitanus ), que
                  fue descrita en 1988; o la culebra diademada del Magreb  ( Spalerosophis
                  dolichospilus ), registrada por primera vez en 1923 (
                  Fahd y Pleguezuelos , 2001). 
                 En
                  los últimos años, además del hallazgo
                  de especies (o de comunidades enteras) que no se conocían
                  o que se creían extinguidas, ha habido otras muchas
                  sorpresas relativas a la fauna. Algunas de ellas han sido asombrosas.
                  Por poner sólo un ejemplo, en 1995/96 se consiguió descubrir,
                  al fin, dónde y cómo pasan el invierno los éideres
                  de anteojos (o de Fischer ) ( Somateria
                  fischeri ), en lugares que fueron un misterio durante
                  mucho tiempo, y de una forma tan original que no se parece
                  (que sepamos) a la de ningún otro animal. En efecto,
                  durante la terrible temporada invernal del Ártico, y
                  en vez de emigrar hacia latitudes cálidas, prácticamente
                  toda la población mundial de esta peculiar anátida
                  de la tundra se agrupa en unos pocos grandes bandos en el océano
                  helado; el constante movimiento de las aves (y quizá también
                  su propio calor) impide que la superficie del mar se congele
                  en torno a ellas, y bucean para conseguir su alimento; el fenómeno
                  resulta espectacular, y ha aparecido ya en distintos documentales
                  de televisión (por ejemplo, en “ Los límites
                  de la resistencia ”, de la BBC).
En
                  los últimos años, además del hallazgo
                  de especies (o de comunidades enteras) que no se conocían
                  o que se creían extinguidas, ha habido otras muchas
                  sorpresas relativas a la fauna. Algunas de ellas han sido asombrosas.
                  Por poner sólo un ejemplo, en 1995/96 se consiguió descubrir,
                  al fin, dónde y cómo pasan el invierno los éideres
                  de anteojos (o de Fischer ) ( Somateria
                  fischeri ), en lugares que fueron un misterio durante
                  mucho tiempo, y de una forma tan original que no se parece
                  (que sepamos) a la de ningún otro animal. En efecto,
                  durante la terrible temporada invernal del Ártico, y
                  en vez de emigrar hacia latitudes cálidas, prácticamente
                  toda la población mundial de esta peculiar anátida
                  de la tundra se agrupa en unos pocos grandes bandos en el océano
                  helado; el constante movimiento de las aves (y quizá también
                  su propio calor) impide que la superficie del mar se congele
                  en torno a ellas, y bucean para conseguir su alimento; el fenómeno
                  resulta espectacular, y ha aparecido ya en distintos documentales
                  de televisión (por ejemplo, en “ Los límites
                  de la resistencia ”, de la BBC). 
                Recordaremos también que la zona de nidificación,
                  en Canadá, de la pequeña población superviviente
                  de grullas trompeteras (o  cantoras )
                  ( Grus americana ) no fue descubierta hasta 1954 (
                  Elphick , 1995); mientras que el área de cría
                  (en la antigua Unión Soviética, seguramente)
                  de los últimos zarapitos finos ( Numenius
                  tenuirostris ) no ha podido ser localizada todavía
                  (desde hace más de setenta años, y a pesar de
                  todas las expediciones realizadas para encontrarla) ( Barbosa
                  , 2002; De Juana , 1997; Maumary , 2000). Por otra parte, el
                  remoto lugar (desconocido, al parecer, incluso por los nómadas
                  nativos) donde nacen las crías del célebre chiru o antílope
                  tibetano ( Pantholops hodgsoni ), adaptado
                  a grandes alturas y persiguido por su lana (una de las más
                  cotizadas del mundo), permaneció como un enigma hasta
                  el año 2001, al menos por lo que se refiere a la población
                  occidental (ver Ridgeway , 2003; Schaller , 2003). Y en la
                  actualidad, aún no se han conseguido esclarecer los
                  misteriosos desplazamientos (ni otras muchas cuestiones biológicas)
                  de los mayores peces del mundo, el tiburón ballena  ( Rhincodon
                  typus ) y el tiburón peregrino  (Cetorhinus
                  maximus) (ver por ejemplo Barrull , 1993). 
                A propósito de tiburones, merece la pena recordar que
                  el verdadero origen de las extrañas cicatrices circulares
                  que aparecían en marsopas y ballenas (y en atunes, en
                  ciertos tiburones, y hasta en determinados dispositivos de
                  algunos submarinos), y que fueron atribuidas a infecciones
                  o a invertebrados, no fue averiguado hasta 1971. En realidad,
                  esas marcas eran obra de una criatura sorprendente, el tiburón
                  cortapastas  o tiburón cigarro  ( Isistius
                  brasiliensis ), de medio metro de longitud, capaz de rebanar
                  pedazos cónicos de piel y carne de sus presas, sin matarlas
                  ( Wilson , 1994).