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ALGUNOS
DESCUBRIMIENTOS ZOOLÓGICOS
RECIENTES
Dr. Fidel José Fernández
y Fernández-Arroyo.
PARTE
III - sección b
Un bonito, escaso y poco conocido loro de Colombia, el lorito
de Fuertes ( Hapalopsittaca fuertesi ),
que fue descubierto en 1911; y del que no hubo más
noticias después de 1992, hasta que un grupo de 14
aves fue localizado en julio de 2002, en una mancha de bosque
nublado a 3.100 metros de altitud (Anónimo, 2002c;
Del Hoyo et al., 1997).
Un loro brasileño bastante mayor y único en
su género, el tristemente célebre guacamayo
de Spix ( Cyanopsitta spixii ), que en 1988
parecía haber sido eliminado en estado salvaje; pero
del que se encontró en 1990 un último superviviente
libre (un macho). Este ejemplar, del que se ha hablado en múltiples
publicaciones ornitológicas (y también en la
Prensa), protagonizó una casi increíble historia
de “amores”, pues se emparejó durante años con
un ave de otro género [una hembra de guacamayo maracaná -o
de alas azules, o de Illiger- ( Propyrrhura [Ara] maracana ),
con la que llegó a producir huevos], y no lo hizo con
una hembra de su propia especie que fue liberada con este fin
el 17 de marzo de 1995 (y que desapareció poco después).
Parece que este macho silvestre ha desaparecido ya, pues fue
visto por última vez el 5 de octubre de 2000; y no ha
sido encontrado –que sepamos- en todas las búsquedas
posteriores. Así que, de este soberbio guacamayo, sólo
quedaría la pequeña población cautiva
(unas 60 aves), que está siendo objeto de intensos estudios
y de un esfuerzo casi desesperado para evitar su fin. (Anónimo,
1991; Anónimo, 1997; Anónimo, 2001a; Del Hoyo
et al., 1997; De Lope y Sánchez , 2002; Díaz
y Madroño , 2001; Klesius , 2002; SEO, 1990; Torrens
, 1994; Wilson , 1994; WWF, 1995c).
Un periquito de Australia, el perico nocturno ( Geopsittacus
occidentalis ), que se consideró extinguido y
sin embargo ha sido registrado varias veces en el último
decenio (hubo al menos siete observaciones entre 1992 y 1993,
y una pareja fue vista en 1996) ( Del Hoyo et al., 1997;
Fitzherbert , 2000).
La rana marsupial ( Gastrotheca splendens ),
en Bolivia. Un ejemplar fue capturado a finales del siglo XX,
después de casi un siglo y medio sin ninguna noticia
de la especie ( De la Riva et al., 2000; Duellman y De la Riva
, 1999).
Una oscura y enigmática ave marina del Océano Índico,
el petrel de Reunión ( Pterodroma
aterrima ); de cuya biología no se sabe casi nada,
del que todavía –que sepamos- no se ha conseguido encontrar
ningún nido –o ninguna “madriguera”-, y cuya supervivencia
se puso en duda durante mucho tiempo, aunque fueron capturadas
algunas aves entre 1970 y 1974 (¡después de más
de setenta años sin noticias de la especie!), y las
observaciones posteriores han confirmado que sigue existiendo
( Del Hoyo et al., 1992; Reille , 1989; Tuck y Heinzel, 1980).
Un congénere suyo del Atlántico
occidental, el petrel cahow ( Pterodroma cahow )
de las islas Bermudas, que se creyó exterminado en 1621
y del que no hubo más noticias hasta que un ejemplar
fue capturado ¡casi trescientos años después!,
aunque no se encontraron lugares actuales de cría hasta
1951 ( Del Hoyo et al., 1992).
El aye-aye enano en Madagascar,
pequeño
primate que fue hallado de nuevo en 1994, después de
haber permanecido “olvidado” durante más de un siglo
(ver Manzanares , 2001).
Los tiburones de agua dulce ( Glyphis
sp. ) de Borneo; encontrados en 1996, por una expedición
del Grupo Especialista en Tiburones de la UICN; y prácticamente
desconocidos desde que algunos ejemplares fueran disecados
en el siglo XIX (ver Russo , 2000, p. 40).
La esquiva lechuza malgache ( Tyto soumagnei ),
de la que no se tuvieron noticias durante unos cuarenta años
( Del Hoyo et al., 1999; Thorstrom , 2001).
El magnífico pico carpintero pico de marfil (o picamaderos
picomarfil , o picamaderos real )
( Campephilus principalis ), el segundo pico carpintero
más grande del mundo; de cuya raza cubana ( C.
p. bairdii ) se encontraron algunos supervivientes en
1986, después de más de veinte años
sin citas del ave. En 1991 fue visto de nuevo un ejemplar
en Cuba, que se pensó podría ser quizás
el último; en los dos años siguientes fue buscado
intensamente, sin encontrar ninguno; y en 1998 hubo alguna
noticia dudosa. Es posible (aunque no es seguro) que este
ave soberbia esté ya extinguida; pues de la otra raza,
la continental ( C. p. principalis ), antaño
ampliamente distribuida en Estados Unidos, apenas ha habido
noticias en las últimas décadas (una pareja
fue citada en 1999, pero no fue hallada en las investigaciones
posteriores). En el presente año 2002, continúa
la búsqueda de esta emblemática especie. Por
cierto, el único miembro de la familia de los pícidos
que la superaba en tamaño, su próximo pariente
el pico carpintero imperial (o picamaderos
imperial ) ( Campephilus imperialis ),
de Méjico, diezmado por la caza y por la destrucción
de su hábitat, tal vez haya corrido una suerte análoga
y sea ya sólo un recuerdo (o poco más); pues
los últimos registros confirmados datan de 1958, aunque
ha habido citas mucho más recientes (y también,
largas búsquedas sin éxito). Resulta triste
recordar la anécdota, recogida por G. Plimpton y reseñada
por E. O. Wilson, del camionero que mató de un disparo
a uno de los últimos picos imperiales, y dijo de él
que era “un gran pedazo de carne”. Además, las dos
especies necesitaban amplias extensiones de bosques maduros
bien conservados; que actualmente, y en toda su antigua área
de distribución, ya casi no existen (ADENA, 1986;
Del Hoyo et al., 2002; Hanzak , 1971; Plimpton , 1977; Wilson
, 1994).
Un ciervo, el muntjac negro ( Muntiacus
crinifrons ), en las selvas del sudeste asiático
( Copete , 2000); y en la misma región, el jabalí amarillo , “ descrito
por primera vez en 1892 por un jesuita, pero al que nadie
hizo caso, y redescubierto en fechas tan recientes como fines
de los noventa ” ( Copete , 2000). También en
la zona de Vietnam, el gibón de cresta negra o gibón
de Hainan ( Nomascus nasutus spp. ), primate
que se creía extinguido desde hace treinta años,
ha sido redescubierto en 2002, por una expedición
de la FFI (Flora y Fauna Internacional) liderada por el suizo
Thomas Geissman ( García , 2002).
El tangara de cuello rojo ( Nemosia rourei ), “ maravilloso
y enigmático pájaro ” redescubierto en
Brasil en 1998, “ 47 años después de su último
avistamiento, y 130 años después de que fuera
recolectado por última vez un ejemplar de la especie ” (Anónimo,
1998).
La africana gineta de Lowe ,
descrita en 1932 a partir de su piel; y de la que se perdió el rastro
durante setenta años, hasta que el trampeo fotográfico
con cámaras automáticas ha permitido redescubrirla
recientemente, en el Parque Nacional de las Montañas
Udzungwa (Tanzania) (Anónimo, 2002b).
También merece destacarse el caso del corredor
del Godavari (o de doble lista) ( Rhinoptilus
bitorquatus ), tal vez una de las aves más desconocidas
de la India (y del mundo), que sólo había sido
registrado en 1848, 1871 y 1900. La mayor parte de los investigadores
lo consideraba extinguido, pues durante el siglo XX fue reiteradamente
buscado sin éxito, hasta que al fin se vio un ejemplar
en enero de 1986. Ha habido ya registros posteriores, los
cuales han permitido detener el plan de regadíos previsto
para la zona (que habría modificado drásticamente
el hábitat), crear el santurario de vida salvaje de
Sri Lankamalleswara (con guardería contratada entre
la población local), y establecer también una
o dos reservas próximas ( Bergerandi y Senosiain ,
1997; Del Hoyo et al., 1996).
Entre los invertebrados también ha habido redescubrimientos
importantes. Por ejemplo, en España, uno de los casos
más conocidos y estudiados, y que más repercusiones
ha tenido, quizás sea el de una gran almeja de agua
dulce, la famosa náyade Margaritifera
auricularia (de hasta 18 cm. de longitud, y un siglo
de longevidad), antaño ampliamente distribuida en los
grandes ríos de Europa y el norte de África.
Fue “ ocasionalmente utilizada como ornamento por los nobles
y señores ” ( Delibes , 2001), y “ afanosamente
buscada por científicos y coleccionistas ” ( Altaba
, 2000). Se creía extinguida (en nuestro país,
la última cita era de 1933); y, sorprendentemente, ha
sido reencontrada (a partir de 1985), en diferentes lugares
de la cuenca del Ebro (en Aragón, en Cataluña
y en Navarra); donde, según distintos expertos, su hábitat
principal está ahora “ gravemente amenazado ” por
las actuaciones del Plan Hidrológico Nacional ( Altaba
y López , 2001) (ver también Altaba , 2000; Álvarez,
2001; Anónimo, 2002a; Araújo , 1996; Valledor
de Lozoya , 2000).
Recordaremos asimismo que uno de los mamíferos terrestres
más grandes del mundo, el rinoceronte blanco
del sur ( Ceratotherium simum simum ), se
dio por extinguido en 1892, lo cual afortunadamente no era
cierto (el hallazgo de algunos supervivientes en 1893, en la
zona de Umfolozi, impulsó el año siguiente la
creación de uno de los primeros parques de África);
mientras que la otra raza (mucho más amenazada en la
actualidad), el rinoceronte blanco del norte ( Ceratotherium
simum cottoni ), no fue descubierta hasta bien entrado
el siglo XX (ver por ejemplo Grzimek , 1965; Rodríguez
de la Fuente , 1970; Van den Berg , 2002).
Un caso distinto se refiere al hipopótamo
enano (o pigmeo )
( Choeropsis liberiensis ). Aunque fue descrito en
el siglo XIX, “ su existencia fue considerada, durante
bastante tiempo, como una simple fantasía, fruto de
la imaginación ”. Sin embargo, este asombroso hipopótamo
existía realmente, como quedó bien claro cuando
en 1912 llegaron los cinco primeros ejemplares vivos a los
zoológicos de Europa (que por cierto, fueron cedidos
a la Sociedad Zoológica de Nueva York, y se reprodujeron
en cautividad) (Varios Autores, 1989).
También fueron relativamente tardíos los descubrimientos
de otros grandes mamíferos africanos, algunos de los
cuales ya se nombraron antes (ver Argutorio 8, págs.
28-29). Y en el sudeste de Asia, el buey de Kouprey no
fue descubierto hasta 1936-1937 (ver Copete , 2000; Bernis
, 2001, pág. 199), mientras que otros mamíferos
grandes se hallaron en la última década, como
ya se indicó.
Por otra parte, el zarapito esquimal (o chorlito
esquimal ) ( Numenius borealis ), que formaba
inmensas bandadas en sus migraciones (de hecho, posiblemente
era una de las aves más numerosas del mundo cuando
los hombres blancos llegaron a Norteamérica), se consideró exterminado
hacia 1930. Sin embargo, en 1945 fueron vistos dos ejemplares,
y desde entonces ha habido nuevos registros (incluyendo 18
observaciones entre 1982 y 1987); por lo que una mínima
y enigmática población residual puede subsistir
todavía, aunque al parecer nadie sabe dónde
se reproduce (ver Del Hoyo et al., 1996; Elphick , 1995).